Vean bien sus caras y cuando vean a alguien similar escuchen atentamente lo que hablan, lo que dicen y como lo dicen, puede estar usted delante de un asesino en potencia.
Estos días se habla de la muerte de Cristo y del atentado en Rusia a manos de un grupo islamista vinculado a Daguestán y los sucesos de Chechenia.
Puede ser mi hija o mi nieta, puede ser mi vecina, puede ser el camarero de la esquina, el chofer del taxi que me lleva a la oficina...
Asesinan por que creen en su fe, en su religión, en sus creencias, en el ojo por ojo y diente por diente, asesinan porque llevan armas, asesinan por que su Dios les ha prometido el paraíso después de su muerte.
Asesinan a los infieles, como usted y como yo, ajenos a su religión, asesinan a los que profesan otras creencias por que son hijos de Satanás, asesinan a los enemigos del Islam.
Asesinan con armas, hieren con palabras, amenazan con guerras santas, destruyen a sus adversarios y desconocen sus errores.
De esta soberbia asesina se alimentan los radicales del Islam, los "revolucionarios" iraníes, los soldados de Al-Qaeda, o como en este caso los de Daguestán.
Esta nueva lacra del siglo XXI, amenaza con poner en vilo nuestras vidas y no estar a salvo en ningún lugar del planeta.
Nos va a costar mucho librarnos de esta plaga, así que debemos empezar por no azuzar el avispero, con gratuitas alusiones a lo islámico y atacar de frente al fanatismo religioso venga de donde venga.
Que tal si empezamos por casa?
Estamos en Semana Santa...